Mujer influyente, cooperante solidaria

Publicado el por NAVARRA CAPITAL (autor)

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Inés Juste preside el Grupo Juste, una compañía familiar del sector farmacéutico, actividad que compagina con otras muchas, lo que le ha valido premios y reconocimientos

La mujer joven y de apariencia frágil que tenemos ante nosotros es la directora de un importante grupo empresarial dedicado a la investigación, desarrollo y distribución de fármacos. Figura en la relación de las 100 mujeres más influyentes de España y acaba de recibir el premio a la empresaria más destacada de 2017. Además es madre de dos hijos. Es Inés Juste, que preside desde 2011 el negocio familiar, el Grupo Juste, y que ha llegado a ser lo que es “a base de mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho tesón, y gracias al apoyo de mi familia, que me ha permitido hacer otras cosas como el presidir durante tres años la Asociación de Empresas Familiares de Madrid”. Otro dato para añadir a su extensa relación de actividades.

Tan intensa dedicación a los negocios tiene un precio: “Cuando asumes un reto empresarial de estas características tienes que renunciar a determinadas cosas, a pasar más tiempo con los tuyos, a dedicarte a tus aficiones… pero depende de épocas, cuando tienes menos trabajo aprovechas para estar más cerca de los hijos, que es lo más importante en la vida”. Por eso planifica meticulosamente su jornada, tanto que “a veces tengo la sensación de que la agenda me domina, y liberarme un poco de eso es un reto que tengo para el 2018 aunque no sé si voy a ser capaz de decir que no a determinadas cosas”, admite mientras se ríe, sin duda porque sabe que no le va a resultar fácil al ser “una mujer a la que le apasionan muchas actividades, además de mi desarrollo profesional”.

Entre esas actividades está, también, un compromiso solidario que le llevó a ser cooperante en Angola. “Cuando todavía no habían nacido mis hijos tuve la oportunidad familiar de colaborar con el sector humanitario, y fui acompañando al por aquél entonces mi marido a África porque trabajaba para una ONG”. Primero colaboró con unas monjas en Angola y después, “como tenía un cierto conocimiento del alemán que nunca pensé que me iba a servir de algo en África”, con una ONG alemana.

Su vocación cooperante la llevó también hasta un barrio de la capital de Perú, Lima, donde volvió el pasado verano para visitar a los religiosos con los que trabajó en un proyecto humanitario. “No le dedico todo el tiempo que me gustaría, pero es algo que siempre está presente en mi vida, yo creo que existimos para ayudarnos y son actividades que hacen que tengas los pies en la tierra y que seas consciente de que en muchos aspectos somos unos afortunados”.

De su experiencia como cooperante dice que ha sacado enseñanzas que le han sido útiles para su trabajo en el Grupo Juste, “porque el hecho de vivir en unos entornos tan diferentes, el conocer otras culturas y otra manera de pensar te abre mucho la mente, aprendes también de esa constancia, del esfuerzo que es necesario para hacer frente a tantísimas dificultades, también desarrollas habilidades como la creatividad, el trabajar con pocos recursos y en equipos multidisciplinares, con gente muy diferente a ti…”

Trabajar en África y en Perú le hizo mirar las cosas desde otro punto de vista, “porque el simple hecho de abrir un grifo y que te salga agua ¡si quieres caliente!, comer tres veces al día, cinco si te apetece, o tener una asistencia sanitaria y una educación de calidad, a pesar de que nos quejemos de nuestro sistema educativo, hace que relativices muchísimo las cosas y que des importancia a lo que realmente la tiene. Te da una cierta altura de miras que le lleva a luchar por lo que de verdad merece la pena”. Por eso, cuando comprueba que estamos centrados en cuestiones “que no tienen ninguna trascendencia” siente “tristeza y desesperanza, porque es una prueba de que nos falta generosidad y solidaridad”.

Inés Juste es un nombre fijo en la lista anual de las 100 mujeres más influyentes de España, y cuando se lo recordamos se ríe y hace un gesto de negación con la cabeza. “La verdad es que es sorprendente, y un honor, claro, y una satisfacción… Me siento un poco desbordada, porque en este país hay empresarias magníficas y mujeres que cada día se levantan para tratar de hacer que este mundo sea mejor”. Y probablemente figurará también en la siguiente, porque La Caixa le ha concedido el premio a la mujer empresaria más destacada de 2017 que acaba de recoger en una conferencia internacional de mujeres empresarias celebrada en Seattle, pero ella interpreta que “me dan el premio a mí, pero es para todos los que integran el Grupo Juste, y para la familia también, por supuesto”.

Las empresarias de éxito siguen siendo la excepción en un mundo masculino, ¿hasta cuándo se va a mantener esa situación? Según Inés Juste, tiene los días contados: “El otro día participé en un debate en el que se dijo que, probablemente, nuestras hijas no tendrán que hablar de género en términos profesionales. Nosotras hemos dado un salto generacional muy fuerte, no hemos tenido referentes y nos ha costado mucho desarrollarnos profesionalmente, dejándonos cosas por el camino”. Comenta que, muy a menudo, es la propia mujer la que prioriza la vida familiar, quizás porque “las mujeres de mi edad, y las de la anterior generación, hemos tenido muy pocos referentes femeninos profesionales a nuestro lado”, y por eso dice que aún sigue siendo un gran reto social que la pareja comparta roles en el hogar o la atención a los hijos, “pero creo que la evolución es buena y que, poco a poco, la palabra género será sustituida por talento en toda su dimensión”.

El tópico, o la experiencia, dice que una empresa familiar no aguanta más allá de la segunda generación. Los Juste lo desmienten, con Inés se hizo cargo del Grupo la cuarta: “Creo que ha ayudado que somos una familia pequeña… y que ha habido muchísima generosidad, cuando asumí la presidencia mis hermanos aceptaron esa decisión, ha habido cohesión y las decisiones que hemos tomado en los últimos años, que han reorganizado por completo del modelo de negocio, lo han sido por consenso y después todos las hemos respetado”.

El Grupo Juste también desmiente que una empresa familiar tenga que dedicarse a una actividad tradicional, porque innova e investiga en un área científica. Hace un gesto con el que nos da la razón y añade que ésa es la imagen que tiene la mayoría, “y me da rabia, por eso creo que tenemos que ir a foros y dar entrevistas para mostrar que los modelos de negocio de muchas empresas familiares tienen un alto grado de innovación y una elevadísima profesionalización”.

A todo ello hay que unir el respeto en el Grupo Juste a unos valores, ética, honestidad, compromiso con el proyecto, hasta el punto de que cuando asumió la presidencia “comprobé que había directivos que no los compartían, y opté por sustituirlos. Es que la habilidad técnica se da por hecho que la tienen, pero que además compartan nuestros valores y desarrollen el proyecto con tus mismos parámetros es algo que no tiene precio”.


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