Opinión: Aprender a Emprender

Publicado el por N.B. / Jordi Macías (autor)

Según datos reflejados por GEM (Global Entrepreneurship Monitor) el número de nuevos emprendedores ha registrado un significativo aumento en España. Apesar de que estos datos deberían satisfacer la capacidad de creación de nuevas iniciativas, realmente no siempre suele ser así.

Debemos tomar en consideración varios factores. En primer lugar plantearnos el tipo de emprendedor; el que lo es por vocación y el que lo es por necesidad. Estos segundos en un porcentaje elevadísimo ganan a los primeros y es que, en muchos casos y con la precariedad actual de nuestro mercado laboral y las pocas expectativas existentes, se opta, como última solución, por embarcarse a una aventura personal de autoempleo.

Consideremos, además, que más del 60% de los negocios o aventuras empresariales que se inician no llegan a finalizar el primer año de vida. Por tanto, más allá de estadísticas para usos políticos, deberíamos plantearnos la cuestión sobre la calidad del emprendimiento, sin entrar en cuestiones como facilidades administrativas, financiación etc.

Cada nueva empresa o negocio que se crea tiene la oportunidad de participar en la generación de riqueza y fomento de empleo. Por ello, la necesidad de cuidar cada nueva iniciativa que sale al mercado y, cada vez más, preocuparnos por la calidad de las nuevas iniciativas más que por el número que engrose en mayor medida unos indicadores que, la verdad, no nos llevan a nada.

Es necesario aprender a emprender. Es muy importante conocer las propias capacidades y limitaciones y ser conscientes de todo lo que necesitamos para llevar nuestro negocio a buen puerto.

Tan importante es saber como empezar, como tener planteado un plan de contingencias que diga como acabar en caso de que el diseño de nuestro modelo de negocio esté equivocado y tenga que finalizar su andadura. Claro está que no pasa nada por fracasar, de verdad, no pasa nada. Todo formará parte de nuestra experiencia y formación vital. Aprendemos y seguimos de nuevo, pero hay que evitar convertir el fracaso en trauma. El paso del fracaso al trauma se puede medir e incluso llegar a evitar. No tenerlo previsto puede convertirse en un desafortunada espiral que impida al emprendedor volver a levantar cabeza en mucho tiempo.

Fracasar es no conseguir llevar adelante, por los motivos que sean, el modelo de negocio que teníamos diseñado. El trauma llega cuando al fracaso le sumamos deudas con familiares, amigas y amigos, o lo que es peor, con entidades financieras y administraciones públicas, trabajadores, proveedores, etc. Del fracaso podemos salir, del trauma nos costará más. Y no es, en ningún momento, un mensaje descorazonador el que quiero transmitir, simplemente de sentido común.

No cabe duda que necesitamos de muchas y buenas iniciativas empresariales, necesitamos emprendedores que acepten el riesgo y la responsabilidad de crear nuevos negocios y empresas. Son y deberán seguir siendo un factor determinante en la generación de riqueza y empleo, pero no a cualquier precio. El peso específico en el nuevo marco económico y laboral que tendrán todos los nuevos emprendedores se verá marcado por la calidad de sus proyectos, capacidad de colaboración, aptitudes y actitudes seriamente analizadas y con el diseño pausado y completo de su modelo de negocio.

Como en otras muchas facetas de la vida hay que aprender, en este caso, a emprender.


*Ingeniero Industrial // jmb.macias@gmail.com

Consultor Innovación, estrategia y desarrollo de negocio.