Opinión: La ley del Microondas

Publicado el por N.B. / Gabriel Olamendi (autor)

En mi anterior colaboración preguntaba: ¿Qué es eso de la innovación? Sigo con el tema. El concepto Innovación es uno de los tópicos que más pasta está dando a dos tipos de grupos.

1.- Los charlistas que van de conferencia en conferencia con cuatro ideas sacadas de algún manual multiusos, adornadas con imágenes empalagosas en un power-point.

2.- Los asesores encuadrados en empresas subvencionadas con dinero público, porque a los Gobiernos cuando oyen la palabra Innovación se les hincha el pecho y no les importa utilizar el erario de todos con cierta alegría.

Tanto unos como otros, ¿nos explican en sus intervenciones qué es la Innovación? Pues, suelen identificarla en el mejor de los casos con tres conceptos:

1.- La Innovación es propia de todos los productos nuevos o inventados. Y aquí podríamos abrir otra pregunta: ¿Qué es un producto nuevo? Pero no es el caso. También se suele señalar con el rótulo de Innovación a los procesos o tecnologías.

2.- La Innovación es propia de todos los productos nuevos o inventados, pero que lleven tecnología punta. ¡Madre mía!

3.- La Innovación es equivalente al mejoramiento continuo. Se piensa que cualquier mejora pequeña es una Innovación.

Desde la ignorancia del que escribe sobre una explicación de este término, me permito dar mi opinión: Un producto innovador es un producto que nos des- ESTABILIZA parte de nuestras vidas e iniciamos con esos productos otro tipo de costumbres. Por ejemplo, el pos-it, el bolígrafo,
la fregona, o el microoondas. El microondas en un principio fue un producto solo nuevo. Consiguió la etiqueta de Innovador cuando todos los miembros de la familia empezaron a salir a trabajar y no había tiempo para dedicarlo a elaborar la comida.

Entonces, no existen empresas innovadoras o productos innovadores por su cara bonita. No. Los productos consiguen el marchamo de INNOVADOR cuando el consumidor lo decide.

Y si queremos saberlo con antelación tenemos que hacer estudios de mercado y preguntar. Y en función de los datos: pensar, elaborar el producto en las mejores condiciones y ponerlo al alcance de la mano de todos los consumidores. A partir de ese momento empieza el examen. 

SÍ es Innovador. NO es Innovador. Si la respuesta es afirmativa, hemos seguido todos los pasos necesarios para conseguir la distinción. Si la respuesta es negativa, tal vez nos hemos saltado alguno de los escalones del proceso productivo. O no hemos interpretado bien los datos del estudio del mercado, suponiendo que lo hayamos encargado. O no nos han entendido. O la experiencia del cliente no ha sido satisfactoria. Solo queda: volver a empezar. El primer paso será definir una estrategia de Innovación con una metodología adecuada y un proceso sin tacha.

Gabriel Olamendi
Formador y Consultor