Nos lo han dicho siempre. Nos lo han repetido desde pequeños una y otra vez. Dice el escritor guatemalteco Augusto Monterroso, en su cuento “Un atisbo de fe”, que cuando vayas por una carretera y veas que hay un derrumbe, es que alguien en algún lugar del mundo tuvo un poquito de fe.

 

Cuando tu abriste tu negocio por primera vez, lo hiciste porque tenías fe. Pensaste en abrir y te imaginaste a los clientes llenando tu caja registradora. Te viste a ti mismo atendiendo y desarrollando esa empresa que habías soñado.

Por eso abriste el negocio. No tenías clientes, pero tenías fe.

 

Posiblemente por las circunstancias y factores externos, hoy has perdido esa fe con la que comenzaste aquel día.

Yo te quiero comentar que es tiempo de decir de nuevo que vamos a creer.

Creo que no hemos perdido la fe, sino que el compromiso ha caducado.

La fe requiere un compromiso y el compromiso es una elección. No es algo que surge dentro de ti como coraje. No es algo que vendrá sobre nsotros como el miedo. El compromiso es simplemente una elección.

 

¿Estás dispuesto a pagar el precio del compromiso?

Las cosas a las que hay que decir "no" son el precio de tu compromiso.


Las cosas que debes dejar lejos son el precio de tu compromiso. 
Hay cosas a las que hay que negarse y eso es parte del precio. Hay cosas que hay que hacer de una forma diferente y eso también es parte del precio. Hay que aprender de otros y eso tiene un precio.

 

Tienes que tener presente en todo momento dos cosas: Tu compromiso y el precio de tu compromiso.

¿Tienes esperanza en el futuro?

¿Tienes fe en tus planes? 


¿Has hecho los planes para este año?

¿Estás dispuesto a pagar el precio de tu compromiso?

Si tú me puedes dar cuatro síes, te diré tu futuro: