La insoportable levedad de la Cultura Preventiva

Publicado el por David Vela Beltrán (autor)

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Partiendo del reconocimiento de diferencias culturales que hay entre países y  continentes, esa diferenciación influye también en que el grado de cultura preventiva y de desarrollo normativo sea mayor o menor. Así, por ejemplo, sin salir de Europa encontramos grandes diferencias entre los países de cultura anglosajona, los del centro y norte de Europa, y los países del sur o mediterráneos. Con esa supuesta premisa se explica que en unos países o culturas la seguridad y la prevención estén perfectamente imbuidas en las sociedad, dentro de los edificios, como parte de los hábitos y las costumbres, etc. lo cual hace que la toma de  medidas necesarias sea algo muy natural, y que dentro del diseño de un edificio la seguridad sea primordial, e incluso que ni siquiera haga falta regular determinadas cuestiones porque todo el mundo lo tiene claramente asumido.

Dicho esto me sitúo en España. Aquí podríamos decir que, con el tópico o la realidad de que somos una cultura mediterránea o del sur, para lo bueno y para lo malo, tenemos la tradición de tomar medidas cuando ya hemos sufrido algún percance en vez de adelantarnos de manera preventiva para evitar que suceda. Otro motivación que tenemos es la del imperativo legal y/o  amenaza de sanción: hacerlo por cumplimiento con la ley, para que nos autoricen una actividad o apertura, etc. Y la seguridad contra incendios no podía ser menos. Podemos comprobar dentro de nuestra historia normativa que hasta que no sucedieron algunos de los más dramáticos incendios en nuestro país no se empezó prácticamente a regular, por lo menos a nivel general: Almacenes Arias de Madrid, Hotel Corona de Aragón de Zaragoza, Teatro Liceo de Barcelona, Discoteca Flying de Zaragoza, Edificio Windsor de Madrid… Casi todos estos siniestros supusieron un antes y un después en la regulación de la seguridad contra incendios en España.

Dando un salto de continente, en Estados Unidos, sin embargo, existe una larga tradición normativa que, además, es de origen privado y de aplicación voluntaria. Así, la NFPA (National Fire Protection Association) se fundó para crear y mantener unas normas y requisitos mínimos para la prevención de incendios, como iniciativa de un grupo de representantes de compañías de seguros. Hoy en día incluye también a representantes de bomberos, industria, asociaciones, sindicatos, organizaciones comerciales e incluso de particulares. Esta normativa se suele aplicar a rajatabla, y no solo en Estados Unidos, sino en casi todo el mundo, incluido España, sobre todo por empresas multinacionales y cuando no existía legislación española o europea.

En España, en donde la tradición jurídica es diferente a la anglosajona, lo dicho, si algo no está escrito en una ley es casi como si no existiera, y si no hay sanción por incumplimiento es casi como si tampoco existiera la ley. Evidentemente estoy exagerando mucho (o poco) pero la realidad ha hecho que en algunos países, como el mencionado Estados Unidos, el desarrollo de sistemas de seguridad contra incendios y emergencias y su implantación sea algo muy antiguo. La estandarización en Europa, sin embargo, ha sido más reciente, si bien en algunos aspectos ha sido para mejorar lo “heredado”: ventajas del benchmarking...

Así, en casi todos los hogares y edificios de Estados Unidos tienen muy claro qué hacer en caso de una emergencia e incluso cuentan con un Plan de Evacuación, aunque sea una vivienda unifamiliar. Y en casi todos los hogares de Gran Bretaña disponen de detectores de humo, extintores y mantas ignífugas. Los productos de seguridad para el hogar son unos productos domésticos más.

En España algunas de estas medidas muchas veces aun resultan molestas y antiestéticas: un extintor se ve como un “cacharro” rojo feo que rompe la armonía decorativa en una pared (aunque en la práctica se usa en algunos bares como percha) y los pulsadores de alarma de incendios se han tenido que cambiar de color para “integrarlos” en la arquitectura interior de un famoso museo (bajo la responsabilidad del proyectista)…

Estamos hablando, nada más y nada menos, de productos que están pensados y diseñados para salvar vidas humanas. Para los que nos dedicamos al sector de la prevención, y más en particular de la protección contra incendios, pensar en ello resulta muy gratificante: nuestra actividad profesional, en mayor o menor medida, puede contribuir a salvar vidas. A diferencia de lo que podemos llamar instalaciones que son de confort (calefacción, aire acondicionado, iluminación, etc.) una instalación de seguridad contra incendios sirve para minimizar riesgos, salvar vidas y bienes. De ahí nuestro empeño en divulgar la cultura preventiva en todos los ámbitos: nos va la vida en ello.