7.000 millones de mundos

Publicado el por Oskar Paz (autor)

Localizacion(es): Bilbao

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En estos momentos vuelo hacia Londres, y con el mismo iPad sobre el que escribo este artículo, estoy también terminando de leer el libro
"Epiphany" (de Elise Ballard), en el que decenas de personas, anónimas y famosas, cuentan historias reales a partir de las cuales vieron el resto de su vida de forma diferente, y por supuesto, actuaron en consecuencia Según este libro, todos y cada uno de nosotros vivimos una media de 250 "epifanías" en nuestra vida, que hacen que vayamos cambiando nuestra visión de la vida a partir de ese momento, algunas más intensas que otras, algunas positivas, otras no tanto.

Yo os voy a contar la epifanía, no se si la más intensa, pero sí la que con más cariño recuerdo. Cuando acabé los estudios y comencé a
trabajar sentí la necesidad de informarme a cerca de la actualidad y de lo que sucedía en el mundo, así que no se me ocurrió otra cosa que
empezar a leer periódicos y consultar el teletexto (sí, habéis leído bien, que uno, aunque no lo parezca tiene ya unos añitos, y en aquella
época esto era lo "más"). También leía prensa especializada sobre negocios, economía…Mi objetivo era hacerme una idea, lo más global posible, del mundo en el que vivíamos. Después de varios años siguiendo esta dinámica descubrí un mundo mucho más agresivo del que me esperaba, en el que la desconfianza y la competitividad reinaban por encima de cualquier otro valor (tanto en el terreno social como empresarial) era un mundo en el que existían multitud de confrontaciones, y en el que, en general, para ganar tú, otro tenía que perder.

Reconozco que esto me llevo hacia un cierto estado de desilusión, quizás de resignación para aceptar un mundo mucho menos agradable del que imaginaba... hasta que un día sucedió algo maravilloso. Me encontraba trasteando en uno de esos cajones que todos tenemos y en los que guardamos todo tipo de "tesoros" de nuestra infancia, y de repente lo vi, era un caleidoscopio que me había hecho mi abuelo con un tubo de cartón y cientos de cristalitos de colores en su interior, mire a través de él y recordé la frase que mi abuelo me dijo mucho años atrás: "cada vez que alguien mira el mundo a través de él ve una figura diferente e irrepetible".... ¡Y la magia sucedió! Esa era la respuesta que había estado buscando durante años y no había encontrado. Cada uno de nosotros tenemos una forma de interpretar el mundo y la suma de todas ellas construye un mundo global que, aunque es real, nadie identifica como suyo.

Desde ese día soy consciente de que tengo un mundo a mi alrededor, y que yo y sólo yo soy el responsable de que sea como yo quiero que sea. Por ejemplo, en este momento vosotros sois parte de mi mundo, y cada una de las palabras que he escrito lo he hecho con la intención de aportaros un granito de ilusión y de optimismo.

Seguiría escribiendo, pero la azafata nos indica que estamos llegando a Londres y que debemos apagar los dispositivos electrónicos, os dejo, unos 8 millones de mundos (según la Wikipedia), me esperan ahí abajo.