"Euskadi siempre ha sido un referente en el sector espacial”

Publicado el por SPRI (autor)

 (photo: )

Satlantis es una compañía de ámbito tecnológico y de reciente creación cuya sede se encuentra en Getxo y que además además con una filial en Estados Unidos, concretamente en Florida. Esta firma vasca acaba de sellar un contrato de 2,3 millones de euros con la Unión Europea para lanzar al espacio su primer microsatélite de observación.


Se trata de un proyecto que pretende revolucionar el mercado con cámaras más pequeñas y de mayor precisión para recoger información a 500 kilómetros del planeta. Su liviano peso (unos 8 kilos) y su coste económico, muy inferior al de las actuales cámaras que ofrece el sector, juegan a favor del crecimiento de una compañía que, si todo va bien, podría trasladarse a finales del presente año al entorno de la UPV en Leioa, donde proyecta una fábrica. De estas y otras cuestiones ha dado cuenta su consejero delegado Juan Tomás Hernani, en una entrevista en el programa ‘Made in Basque Country’, de Radio Euskadi.

La Unión Europea les acaba de elegir “como la mejor de Europa” entre un grupo de 27 candidatos.  Algo han debido de hacer bien…

Efectivamente hemos participado en un concurso en la UE donde han concurrido 27 compañías de distintos países y hemos tenido el honor de ser la empresa ganadora.

Su actividad es el diseño de una cámara en miniatura para observar la tierra desde el espacio…

Exactamente. Dentro del mundo de lo que podríamos denominar Observación de la Tierra (‘Earth Observation’), que es una actividad que consiste en mirar ahí abajo para ver qué está sucediendo con recursos naturales como el agua o el petróleo o el tráfico de mercancías o personas, requiere de tecnologías de cámaras potentes y multisensores que permiten integrar esta información de forma más fácil. Y a eso se dedica Satlantis.

¿Este tipo de análisis que nos ha descrito se observan mejor desde ahí arriba?

Bueno, a pesar de lo que pueda pensarse, 500 kilómetros están aquí al lado, de modo que sí… Dese cuenta que un satélite tradicional suele estar orbitando a unos 36.000 kilómetros, lo que significa que es una distancia lo suficientemente lejana como para hacer una foto de calidad. Por lo tanto, desde ahí arriba, con la sensórica adecuada podemos ver todo este conjunto de aplicaciones.

Hablando en detalle de esa minicámara, que entendemos han testado ya en Tierra pero no sabemos si también en el Espacio, ¿o sí?

El Espacio es el entorno más hostil que uno se pueda imaginar. Pongamos que hablamos del vacío, de cambios brutales de temperatura de 200 grados cada 90 minutos, de partículas solares radioactivas que pueden terminar por achicharrar la electrónica de cualquier dispositivo… Todas estas condiciones hay que reproducirlas en Tierra para garantizar que tu diseño sobrevive antes de volarlo, porque este paso es extraordinariamente caro. De modo que este test, denominado TRL6, está hecho para los componentes y en estos momentos estamos haciéndolo para la integración del conjunto de sistemas.

¿Y para cuándo tienen previsto ese primer vuelo de su minicámara?

El vuelo está previsto que se realice a principios de 2019 de acuerdo al cronograma con el proyecto de la Unión Europea.

Sin entrar en aspectos muy técnicos, ¿qué tiene de especial la cámara que ustedes han diseñado respecto a las de la competencia?

Es un conjunto de tecnología que nosotros solemos llamar supercámara. A partir de ahí, y en primer lugar, tiene un diseño óptico muy novedoso que con un juego de tres lentes combina un rebote de rayos que permiten compactar el diseño. Tiene también un conjunto de tecnologías electrónicas en unos chips que se llaman ‘cemos’ que nos permiten hacer fotografías matriciales (con este proyecto va a ser de las primeras veces que se llevan a cabo fotografías de este tipo en el Espacio) y finalmente tiene una algoritmia que curiosamente proviene del mundo de la astrofísica porque nuestra empresa tiene su origen en el equipo investigador de Astrofísica de la Universidad de Florida (EEUU), es decir, gente que no mira para abajo sino que lo hace para arriba y que además lo hace a la noche eterna de las estrellas para intentar obtener más información.

¿Cómo se llama el sector en el que ustedes trabajan?

El Espacial.

¿Y qué recorrido le ve en Euskadi?

Para la suerte de todos nosotros, el sector espacial en Euskadi cuenta con empresas muy importantes y de toda la vida como el Grupo SENER pero también otra serie de grupos que fabrican componentes. Sin embargo, hay un sector nuevo dentro del Espacial que nosotros llamamos ‘New Space’ que está formado por compañías que utilizan tecnología que han explotado ya en otros mercados y que ahora comienzan a utilizarse para el Espacio. Se trata de una filosofía distinta, industrial y de un producto estandarizado en lugar de ser una filosofía de ingeniería y prototipo único. Y eso hace que podamos introducir el concepto Fábrica a un sector al que aún no había llegado.

De modo que ustedes son una rama de la industria que se desgaja hacia aplicaciones para el Espacio…

Pues así es, así es…

¿Y todo esto para quién, quiénes son sus clientes y, sobre todo, quién lo paga?

Un satélite tradicional puede costar como mínimo 100 millones mientras que los conceptos de los que estamos hablando ahora tendrían un coste diez veces menor, de modo que esto lo convierte no solo en algo más asumible sino sobre todo económico, lo que significa que el sector Espacio se populariza. Y respecto a nuestros clientes, fundamentalmente son los gobiernos, que son los que convocan los concursos. Porque todos los países del mundo, y cuando digo todos me refiero a países como Nicaragua, con un PIB que es la sexta parte de Euskadi, por ejemplo, y que tiene un satélite chino de observación, a por supuesto las grandes potencias… Todos los países quieren saber qué es lo que está pasando en su Territorio con sus recursos, con sus gentes, con sus movimientos, su seguridad… Ese es el primer mercado.

¿A qué se refiere?

A que estamos convencidos de que en el corto plazo se va a desarrollar un mercado comercial hacia las compañías que operan, sobre todo, en sectores como el del Oil&Gas o infraestructuras, que tienen instalaciones e inversiones en el mundo, en el desierto, en la selva, en el Polo y necesitan sistemas que en poco tiempo les puedan aportar una supervisión y protección de dichas infraestructuras.

¿En esta aventura viajan ustedes solos?

Si quieres ir rápido a un sitio vete solo; si quieres llegar lejos, vete bien acompañado. Satlantis es una alianza constituida por Idom, que ha sido una ingeniería clave en el desarrollo de esta compañía, Orza, Elkarkidetza, que ha sido quien nos ha aportado el espaldarazo para lograr la inversión privada, también el Grupo Elecnor y está Telefónica, al margen del Gobierno Vasco a través del fondo Basque y la Diputación de Bizkaia, que fue la primera que apostó y creyó en la idea de los emprendedores Satlantis. De modo que esto es un concepto de ‘Open Innovation’ en el que estamos trabajando de la mano del conjunto de socios en los que cada uno tiene una misión concreta

Da las sensación de que todo ha ido demasiado rápido desde su fundación en 2014…

Han sido tres años muy duros de llamar a muchas puertas hasta que encontramos el primer sí, y luego ya vino el siguiente y el siguiente… Y las cosas ya fueron un poco más fáciles, pero el camino ha sido un reflejo de lo que es emprender, un proceso de tres años duro en el que hemos trabajado sin dinero y eso también ha tenido algunas ventajas porque nos ha permitido definir bien la compañía con pocos costes.

Y si todo va bien, tiene previsto abrir una fábrica en el entorno de Leioa…

No lo pondría en condicional porque acabamos de estar como quien dice con toda la documentación que nos pide el Parque Tecnológico como contestación para sacar este proyecto adelante, algo que queremos acelerar dado que existen expectativas comerciales importantes para la empresa. Por eso si todas las piezas del puzzle van encajando, para finales de este año podríamos tener una fábrica en funcionamiento, y eso no se improvisa.